Érase una vez, después de un sábado 01 de febrero, día del Pisco Sour en el Perú, tomé la decisión personal de renunciar a mi trabajo como funcionaria pública. Tras una conversación con mi jefe de entonces, acordamos que me quedaría un par de semanas para ayudar con la transición y dejar todo perfectamente en orden. Esas dos semanas se cumplían, irónicamente, el 14 de febrero; sin embargo, aunque en conversación ese era mi último día, mientras que no hubiera resolución publicada (así ocurre con los cargos públicos de confianza) no podía dejar mis labores. Tuve que esperar una semana más a ser formalmente liberada. Pero como dicen muchos, todo pasa por algo. Esa semana adicional, solo firmé documentos que podrían retrasar temas en curso, pero nada nuevo, y aproveché para enviar un correo despidiéndome de todas las personas externas de la organización con las que estábamos trabajando o habíamos trabajado algún proyecto (el mail de despedida al equipo ya había salido la semana anterior).
Así, ese viernes siguiente estaba saliendo de las oficinas con mi cajita de documentos personales y mis plantitas cuando, producto de ese último mail, recibo la llamada de una de las personas con las que habíamos trabajado un proyecto contándome que estaban buscando a alguien para liderar una iniciativa de innovación en el sector minero. Una iniciativa que tuve la suerte de ver nacer en Perumin 34 como un piloto de 6 meses y que, como mi interlocutor en esa llamada me hizo saber, al ser exitoso, las 3 empresas involucradas: Buenaventura, Gold Fields y Nexa, habían aprobado implementar definitivamente. Una puerta se abría literalmente tras la puerta cerrada segundos antes. Pasé entrevistas con las personas encargadas de la innovación en las tres empresas y grata fue la sorpresa cuando me confirmaron su interés de que dirija esta iniciativa, nada más y nada menos que el “Hub de Innovación Minera del Perú”. Todo estaba conversado para iniciar en abril, considerando que quería algunos días libres tras 5 años de trabajo en el sector público en los que, por temas de cambios en las posiciones que ocupé, no pude tener vacaciones. Ah, me olvidaba de un pequeño detalle: era febrero del año 2020. Como ya habrán deducido, el 15 de marzo estaba más que lista para empezar en el Hub.
Este año se cumplirán 5 años desde que emprendí este reto y creo que es un buen momento para compartir lo bueno, lo dificil y lo inesperado. El espacio no es suficiente en un artículo, pero haré lo posible por abordar en resumen los principales aprendizajes y descubrimientos:
- En lo personal disfruto mucho los trabajos en los que me toca construir y este, sin duda, ha sido a escala mayor porque va más allá de una sola organización.
- Aprecio mucho la libertad que he tenido en armar al equipo del Hub. Ha sido y es un lujo trabajar con las personas que pude invitar a ser parte al inicio, con las que el trabajo en remoto no supuso ninguna dificultad al ya haber trabajado juntas. Aquellos que se sumaron después demuestran día a día que son personas responsables que saben trabajar por objetivos, lo que ha facilitado el trabajo remoto. No puedo dejar de mencionar aquí a Quintil Valley, que fue la consultora a cargo del piloto y con la que seguimos trabajando como soporte técnico importantísimo.
- Si bien es cierto que el sector minero es duro y tradicional, las personas con las que el Hub coordina que son las “bisagras” de cada empresa, personas clave en algunas mesas temáticas y el consejo directivo, están lejos de esos adjetivos. Siempre contribuyendo al funcionamiento del Hub y fungiendo de embaHUBdores a la interna y hacia afuera de sus empresas.
- He podido visitar muchas minas y conocer un sector que cada día encuentro más interesante, por su complejidad pero también por su relevancia, no solo desde el punto de vista económico sino por su capacidad de articulación, algo que en la innovación es un súper plus.
- En estos 5 años hemos crecido, empezamos con 3 empresas mineras fundadoras como un programa y hoy somos una asociación ya constituida en el país con 11 empresas mineras. Si bien es cierto hemos sumado empresas, no hemos nos hemos librado de perder algunas. Nos ha costado especialmente definir el valor para las empresas proveedoras, un valor que no debe girar en lo comercial sino en el co-desarrollo de innovaciones.
- Otro de los temas aún por afinar es el compromiso con comunicar los avances con las iniciativas pero sobre todo la retroalimentación para poder contribuir con el ecosistema. En la medida que podamos transmitir por qué una propuesta no funciona al innovador, estaremos proporcionando información valiosa para que se hagan los ajustes o replanteamientos que nos lleven a una solución que sí funcione.
- La cultura del fracaso es algo en lo que tenemos que seguir trabajando. La minería es un sector que no es propenso a compartir sus proyectos no exitoos. Parte del valor del Hub es el aprendizaje cruzado, y saber por dónde no ir o que consideraciones tener en cuenta, se entiende mucho mejor que los casos de éxito que aparentemente no tuvieron ningún problema.
- El entendimiento del problema es una etapa fundamental del proceso de innovación. A través de talleres y de procesos de innovación abierta vamos descubriendo en esta etapa que hay dos factores clave: diferenciar un reto de innovación de una necesidad logística y contar con la participación del usuario y áreas relacionadas; el primero para tener el abordaje correcto y, el segundo, porque de no existir esta condición es casi seguro que el trabajo realizado es por gusto.
Como dije unos párrafos atrás, un artículo se queda corto para describir lo aprendido. En estos cinco años liderando el Hub de Innovación Minera del Perú, he aprendido que la innovación no es solo un proceso técnico, sino una práctica profundamente humana que depende de la colaboración y la confianza. Construir un espacio donde empresas trabajen juntas en desafíos comunes ha sido un reto apasionante.
A pesar de los logros, los retos pendientes, como fortalecer la cultura del fracaso y consolidar la retroalimentación dentro del ecosistema, nos recuerdan que la innovación es un camino de mejora continua. Sin embargo, cada lección aprendida y cada alianza construida refuerzan mi convicción de que estamos sentando las bases para un sector minero más sostenible, articulado y preparado para enfrentar los desafíos del futuro.
Si algo he confirmado en este tiempo, es que el verdadero motor de la innovación no son solo las ideas, sino las personas que, trabajando juntas, convierten esas ideas en soluciones reales. El camino aún es largo, pero estoy convencida de que, con el poder de la colaboración, podremos transformar desafíos complejos en oportunidades que beneficien no solo al sector, sino al país en su conjunto.
Si trabajas en las empresas del HUB, eres parte del HUB. Te invito a registrarte en nuestra página de socios para que puedas acceder a lo construido en estos 5 años.
Pamela Antonioli
Gerente general del Hub de Innovación Minera del Perú
[email protected]