Este fin de semana, aprovechando el descanso impuesto por un virus que no atinó a marcar una segunda raya en una prueba casera, me topé con una serie de corte documental1 que abordaba aquellos descubrimientos, inventos o innovaciones que marcaron de manera disruptiva la historia de la humanidad, impactando irreversiblemente en lo que somos hoy. Si bien es cierto que ninguno de los temas revisados en cada capítulo es una sorpresa en sí mismo, sí sorprenden las numerosas aristas que se muestran durante el desarrollo de estos.
Hoy, ad portas de cumplir 201 años como país, nos encontramos atravesando un periodo de crisis que cada tanto pone sobre la mesa la discusión sobre modelos económicos. Por ello, en este artículo quisiera compartir algunos puntos sobre uno de los capítulos de la mencionada serie; un capítulo que nos lleva a recorrer las dos caras de la innovación que, coincidentemente, incluye a la moneda: el dinero.
- La historia se remonta a varios milenios antes de Cristo, con la práctica de negociar entre tribus para el intercambio de objetos. La negociación supone un beneficio para ambas tribus ya que ambas obtienen algo valioso de difícil acceso sin la necesidad de recurrir a la violencia, pero también supone el ejercicio de asignarle un valor a un objeto y estar de acuerdo en ese valor.
- El intercambio de bienes fue un detonante absoluto del progreso y el dinero la pólvora de ese detonante. Al establecerse un lenguaje común o acordado para el intercambio se ampliaron las rutas de comercio y el intercambio de bienes tuvo como “yapa” el intercambio de ideas y culturas. Dato interesante: el ágora, en Grecia, inicia como un centro comercial y se convierte en un centro social-político, siendo muy probable que el concepto de democracia se gestara ahí.
- La moneda aparece en el año 550ac en Lidia (hoy Turquía), zona de intensa ruta de comercio Europa-Asia, pero diversos objetos se han utilizado como moneda alrededor del mundo: conchas de cauri, tabaco, cacao, pieles, sal, siendo quizás la más rara, un disco enorme de piedra que tenía que cargarse entre varias personas. Todos estos objetos, si bien es cierto representaban un determinado valor acordado, eran valiosos en sí mismos. En 1279, en la China-Mongolia, Kublain Khan decide emitir dinero de la corteza de los árboles y lo cambia todo. Definitivamente este es uno de los momentos disruptivos en la historia de dinero porque suponía darle valor a algo que intrínsicamente no lo tenía. Esto requirió un gobierno con el poder de respaldar la nueva moneda y, el lado no amable de la historia es que el respaldo de Kublain Khan venía acompañado de una amenaza de muerte si no se usaba ese dinero o si se falsificaba.
- El comercio, que en un inicio persigue la obtención de bienes importantes para la supervivencia y luego de bienes que facilitan la vida, va dando paso al comercio para obtener bienes exóticos. Caso emblema: la ruta de la seda, más valorada que el oro y que propició un intercambio sin precedentes entre oriente y occidente.
- La cara oscura de la historia del dinero tiene dos premisas. La primera viene con la esclavitud y es que el dinero lo puede comprar todo, incluidas las personas; la segunda con las adicciones como origen de enriquecimientos descomunales, y es que por dinero se vale todo. Un caso interesante del uso de las adicciones en beneficio del negocio es la relación comercial que se forja entre Inglaterra y China entre los años 1700 y 1800. Los ingleses, obsesionados por esa bebida de origen oriental denominada té, al requerir ingentes cantidades de plata para cubrir esta demanda, encontraron en el opio una moneda de más fácil acceso. Así, cultivaban opio que vendían a China por plata que luego usaban para comprar su apreciado té, a costa de la degeneración de un pueblo.
- La historia del dinero es una historia de transformación de lo tangible a lo casi invisible, considerando que hemos pasado de moneras de oro hasta bytes de información en una nube (otro momento disruptivo). El flujo de transacciones globales que es posible hoy con un clic, no era ni remotamente viable hace algunas décadas. Y, con esta practicidad hay también una cara oscura: la información personal como elemento de valor para el comercio, es decir, nuestra individualidad al servicio del dinero.
Estos seis acápites muestran como el dinero puede contar nuestra historia como humanidad. De hecho, Oppenheimer en algún momento reflexionó sobre como el dinero habla también de los valores de la sociedad, invitándonos a revisar las imágenes de los billetes en los países latinoamericanos y las de los países asiáticos que dieron un salto de desarrollo, resaltando en los primeros retratos de viejas glorias y en los segundos elementos de valor futuro (educación, ciudades futuras, naturaleza).
Nuestro reto como sociedad está en cómo lograr que nuestra relación con el dinero (modelo económico) no se reduzca a la acumulación de montañas de oro porque, como la historia nos enseña, eso viene acompañado de la pérdida de la humanidad. Finalmente, si el dinero puede contar nuestra historia, como bien reflexiona al final el capítulo de la serie “cuando en el futuro la historia voltee a ver nuestro tiempo y lugar, verá nuestras monedas y billetes y sistema monetario y depende de nosotros que sea una historia valiosa de contar”.
Por: Pamela Antonioli
Gerente general del Hub de Innovación Minera del Perú
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