Aunque el término innovación ha estado implícito en varios premios Nobel anteriores, este 2025, por primera vez, la innovación es el tema central, y por partida triple: Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, tres investigadores que, desde distintos ángulos, lograron responder una pregunta gigante: ¿Por qué algunas sociedades avanzan y prosperan mientras otras se estancan?
Joel Mokyr no es un economista de números, sino un historiador del progreso. Tras décadas estudiando por qué Europa, y no otras regiones, fue la primera en tener un crecimiento sostenido desde la Revolución Industrial, su conclusión es tan simple como poderosa: “Las ideas cambian el mundo cuando hay una cultura que permite compartirlas, discutirlas y mejorarlas.” Así, las innovaciones por sí solas no mueven la aguja, sino una mentalidad de curiosidad y un ambiente con libertad para pensar y experimentar.
Mientras Mokyr mira hacia el pasado, Aghion y Howitt miran hacia el futuro. Ellos crearon modelos matemáticos que muestran cómo el crecimiento de una economía depende de algo que llamaron “destrucción creativa”. Esto es: cada vez que una tecnología nueva aparece, reemplaza a otra vieja y, aunque eso puede causar incomodidad o pérdidas en el corto plazo, es lo que mantiene viva y productiva a una economía. Por ello, si la sociedad crea reglas justas y fomenta la competencia, el resultado es más crecimiento, más productividad y, a la larga, más bienestar.
Si juntamos estos postulados entendemos que el progreso no ocurre por accidente, sino cuando las personas y las instituciones permiten que la innovación florezca. Mokyr explica que la innovación florece donde existe una cultura de conocimiento y experimentación; y Aghion y Howitt explican cómo florece: cuando hay competencia y libertad para que lo nuevo reemplace lo viejo. Los tres nos invitan a ver la innovación no como una amenaza, sino como un proceso natural —aunque incómodo— del crecimiento humano.
La historia que celebran Mokyr, Aghion y Howitt también es la que inspira la labor del Hub de Innovación Minera del Perú: crear las condiciones para que las ideas florezcan, para que el conocimiento se comparta y para que la colaboración sea el terreno fértil de la innovación. El Hub trabaja para que, en la minería peruana, la innovación no sea un evento aislado, sino una cultura viva. Promover espacios donde empresas, emprendedores, investigadores y comunidades dialogan, cuestionan y experimentan es, en esencia, apostar por un país que avanza gracias al poder de sus ideas.
Finalmente, en tiempos en que los discursos políticos parecen llenarse más de gritos que de ideas, en que proliferan líderes que prefieren polarizar antes que construir, que escriben siempre en mayúsculas, abusan del adjetivo y carecen de autocrítica, o líderes que priorizan sus intereses personales en lugar de promover el talento y fomentar un mercado competitivo, el mensaje detrás de este Nobel cobra una fuerza especial. Mokyr, Aghion y Howitt nos recuerdan que la libertad de pensamiento, la apertura al debate y la posibilidad de experimentar sin miedo no son lujos intelectuales: son la base misma del progreso. Vale la pena recordar que toda sociedad que avanza lo hace porque protege la libertad de pensar diferente. La innovación no surge de la obediencia, sino del coraje de cuestionar. Y ese coraje —que une a científicos, emprendedores, artistas y ciudadanos— es lo que mantiene viva la posibilidad de un futuro mejor para todos.
Pamela Antonioli De Rutté
Gerente general del Hub de Innovación Minera del Perú
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