Cada diciembre, miles de ciudades alrededor del mundo encienden sus luces navideñas, pero pocos saben que la primera iluminación pública navideña con energía eléctrica ocurrió en 1882, en Nueva York, cuando Edward H. Johnson, socio y amigo cercano de Thomas Edison, decidió reemplazar las velas del árbol de Navidad por bombillas eléctricas de colores.
En una época en la que la electricidad todavía generaba desconfianza y mucha gente temía que fuera peligrosa, Johnson hizo algo más que un experimento técnico: creó un símbolo. Encendió un árbol que podía ser visto desde la calle, invitando a los transeúntes a detenerse, mirar y maravillarse. Aquella noche, la innovación dejó de ser un asunto de inventores y laboratorios para convertirse en un gesto compartido, un regalo para todos.
Ese pequeño hecho navideño nos recuerda que la innovación no siempre se trata de grandes descubrimientos; a veces se trata de iluminar lo cotidiano, de mejorar lo que ya existe, de ofrecer al otro una nueva manera de ver el mundo.
Vivimos en un tiempo en el que los retos son cada vez más complejos y urgentes: sostenibilidad, eficiencia energética, inclusión, impacto ambiental. Y, así como Johnson usó la tecnología para transformar una tradición sin quitarle su magia, nosotros también estamos llamados a reinventar lo familiar, a hacer que las soluciones que hoy imaginamos iluminen la vida de las personas.
Ese espíritu es el que impulsa a organizaciones como el Hub de Innovación Minera del Perú, donde la tecnología y la colaboración no buscan solo optimizar procesos, sino generar beneficios reales para comunidades, trabajadores y territorios. Innovar —sobre todo en sectores esenciales como la minería— es, en el fondo, un acto de responsabilidad colectiva: la voluntad de dejar algo mejor de lo que encontramos.
La Navidad nos recuerda, entonces, que la innovación más poderosa es aquella que se comparte. Que el progreso técnico solo es valioso cuando se convierte en bienestar para otros. Así como un árbol iluminado en 1882 mostró que la electricidad podía ser segura, bella y útil, cada proyecto innovador que emprendemos tiene el potencial de tocar vidas. Porque al final, en Navidad y en la vida, innovar también es una manera de regalar luz.
Pamela Antonioli De Rutté
Gerente general del Hub de Innovación Minera del Perú
[email protected]