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Una firma transformada digitalmente

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¿Recuerdan esos memes en los que se resaltaba al virus del COVID como el principal promotor de la transformación digital? Bueno, ya a estas alturas del siglo XXI, muchas herramientas digitales se han incorporado a nuestro día a día; hoy, por ejemplo, para nadie es novedad el uso de firmas digitales. Las herramientas de autenticación y la consecuente masificación de las firmas digitales nos permite gestionar procesos de manera virtual con un gran impacto en el tiempo y con una menor huella de carbono al eliminar las movilizaciones asociadas.

 

Pero una cosa es digitalizar una firma – transferir al mundo virtual una rúbrica que se encuentra en un soporte físico – y otra emplear tecnologías digitales para identificar rasgos distintivos de algo. Hoy quisiera abordar esto último, en particular, la aplicación de algoritmos para identificar las firmas de los elementos de la tabla periódica.

 

¿Un elemento tiene firma? Pues sí, si consideramos que una firma es una impronta particular. Me explico mejor: los núcleos de los átomos se comportan como pequeños imanes, lo que hace que, cuando están en un campo magnético, se alíneen a este; en este estado, son capaces de absorber energía aplicada – en forma de ondas de radio – que luego liberan. Esta emisividad es particular de cada elemento, es decir, es como si fuera su firma. Dependiendo de cómo se recopilan y procesan estas señales de radio, se pueden generar imágenes o espectros que proporcionan información detallada sobre la composición, la estructura y las propiedades de la muestra estudiada.

 

El proceso que acabo de describir se conoce como resonancia magnética nuclear y, seguramente, lo asociamos mucho más al campo de la salud que el de la minería; sin embargo, en el campo de la geoquímica y geología hay un gran potencial.

 

Imaginemos a los profesionales de las áreas de exploraciones de las empresas mineras como detectives, que quieren descubrir qué hay bajo la tierra. Bueno, ahora imaginemos que estos detectives han analizado el comportamiento de algún mineral de interés – el “sospechoso” – cada vez que se le expone a un campo magnético y se aplica energía – la “pregunta clave” – luego el mineral responde de una manera única – el “santo y seña”. El detective, entonces, puede identificar sospechosos según el santo y seña que reciba de respuesta ante una pregunta clave.

 

Ahora, sabemos que hay una firma, pero ¿dónde queda lo digital? Parte de la transformación digital se ocupa de identificar datos (muchos), correlacionarlos a través de algoritmos y emplear estos algoritmos para obtener respuestas y predicciones para la toma de decisiones. ¿Qué pasa si podemos identificar estas firmas de los elementos a través de otras tecnologías, transformarlas en datos correlacionados, y concluir si existe o no el mineral en cuestión en una determinada área?

 

Hace poco, en una sesión del Hub, conocimos que esto es posible a través de una tecnología patentada que emplea imágenes satelitales y resonancia magnética nuclear para identificar yacimientos minerales, así como fuentes de agua, hidrocarburos, entre otros.

 

Actualmente, para identificar yacimientos de minerales se requiere validar, a través de tomas de muestras y análisis, la existencia de las vetas que puedan haberse inferido de datos geológicos y geoquímicos. Esta toma de muestra puede ser costosa, requiere hacer perforaciones y, sobre todo, desplazamientos de personal y equipo a zonas alejadas. Adicionalmente, factores como la topografía irregular, vegetación, difícil acceso pueden hacer más compleja la labor.

 

Una tecnología que incremente la precisión en la identificación de minerales tendría impacto en la eliminación no solo de costos asociados al número de perforaciones sino de riesgos y huella de carbono asociados al desplazamiento a zonas remotas.

 

Como toda tecnología nueva, deberá abrirse paso y generar confianza a través de algún piloto o validación. Aquí hay una oportunidad de innovación colaborativa. Desde el Hub promovemos la colaboración como medio para disminuir riesgos asociados a la innovación. Así, un planteamiento de una validación como proyecto conjunto podría ser un atajo a la hora de abordar una tecnología innovadora que podría convertirse en la nueva forma de hacer exploraciones.

 

Pamela Antonioli
Gerente general del Hub de Innovación Minera del Perú
[email protected]

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