Todos tenemos fortalezas y debilidades, y una de las últimas, en mi caso, siempre digo que es la memoria. Hay personas que recuerdan nombres y no caras; hay otras que son buenas recordando caras y no nombres; otras, son excelentes recordando ambas; y el último grupo, al que pertenezco, no destaca en ninguno de los dos casos. Por eso, llamó mi atención una charla de Joshua Foer, periodista estadounidense enfocado en ciencias, denominada “Hazañas de la memoria que todos pueden alcanzar”, en la que cuenta cómo se involucró en los campeonatos de memoria de su país.
Foer cuenta que desde las épocas de los griegos y romanos se empleaban métodos que ayudaban a las personas a incrementar su capacidad de retención de información. Uno de estos métodos es el de la asociación de temas: los oradores romanos memorizaban sus discursos, no palabra por palabra, sino tópico por tópico. De hecho, el término “tópico”, viene del griego “topos”, que significa “lugar”. Así, si el discurso tenía que comunicar 5 cosas, el orador asociaba cada cosa a hechos o lugares, que concatenaba con un hilo conductor de fácil recordación.
Hoy en día, con tantas herramientas a la mano, ya no nos tomamos la molestia de ejercitar la memoria para almacenar datos, lo cual puede ser de utilidad considerando que dejamos espacio para otras cosas; sin embargo, algo que nos juega en contra es la hiperconexión y el consecuente multitasking. El hecho de que nuestro cerebro esté en varias cosas a la vez impide que podamos conectar lo que escuchamos y/o vemos con “lugares comunes”. De hecho, la publicidad hoy en día tiene que ser hábil para que escuchemos y conectemos rápido, y las emociones juegan un rol importante en ello: la recordación de algo que mueve fibras en nosotros es mucho más fácil que aquella de algo que no nos significa nada. Foer hace referencia a la paradoja Baker/Baker, en la que se demuestra que es más fácil recordar la palabra cuando se ha usado la palabra en su contexto de panadero, que cuando se ha usado como apellido de alguien. Cualquiera puede sentirse más familiarizado con la imagen de un panadero que con alguien que no conoce que tiene un determinado apellido. El mismo efecto lo comentó en una reunión una persona que había descubierto que cuando la organización en la que trabajaba tenía más likes en sus publicaciones en las que mostraba a sus trabajadores en actividades divertidas que en aquellas en las que comunicaba algún premio/reconocimiento.
Este tema tomó relevancia hace semanas cuando, en un taller de integración de equipo, nos hablaron de las 3E: Escuchar, Entender y Expresar, en ese orden, resulta fundamental para una buena comunicación, y cómo esta peligra cuando nos saltamos el primer paso. Y es que la escucha activa nos permite que ocurra esa conexión en nuestro cerebro que facilite el entendimiento y posterior recordación.
Finalmente, ¿cuánto de este entendimiento nos podríamos estar perdiendo por tratar de estar en todas partes? Es muy probable que, si bajamos un poco las revoluciones y procuramos prestar atención consciente y conectar con lo que oímos y vemos, estemos más cerca de convertirnos en personas de buena memoria y, de paso, gestionar de manera más efectiva nuestras reuniones y relaciones personales.
Pamela Antonioli
Gerente general del Hub de Innovación Minera del Perú
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