OKR: del discurso a la acción (¡y sin morir en el intento!)

¿Quién no ha sentido que la estrategia suena espectacular en papel, pero el día a día nos gana entre pendientes urgentes, una agenda llena de reuniones y metas que no siempre conectan con lo que hacemos? En el Hub también nos hemos hecho esa pregunta, y por eso hemos venido explorando los OKR en talleres realizados junto a algunos partners estratégicos: espacios diseñados para nuestros socios en los que buscamos herramientas que los ayuden a alinear equipos, aterrizar la estrategia y generar impacto real.

Los Objectives and Key Results (OKR) no son simplemente una moda corporativa. Son una forma distinta —y más honesta— de poner en el centro lo que realmente queremos lograr como organización y, sobre todo, cómo lo vamos a medir sin caer en la trampa de llenar planillas por llenarlas.

Hablamos de OKR porque muchas veces confundimos lo importante con lo urgente. Porque medir no siempre es sinónimo de avanzar. Y porque en contextos tan cambiantes como el nuestro, necesitamos estructuras que acompañen la estrategia, no que la frenen.

Los OKR nos ofrecen una lógica distinta: metas claras, ambiciosas y con propósito, que se trabajan en ciclos cortos, de manera transparente y en equipo. Es el cambio de chip que muchas organizaciones —y sí, también las del sector minero— están necesitando.

OKRs vs. KPIs

Se habla mucho de la diferencia entre OKR y KPI, y a veces parece más complicada de lo que es. Pero en realidad, se trata de entender qué rol cumple cada uno. Los KPI nos ayudan a medir si el negocio está funcionando correctamente: cómo vamos en eficiencia, productividad, tiempos, etc. Los OKR, en cambio, nos invitan a mirar hacia adelante. A definir metas que nos movilicen, y a alinear a los equipos para alcanzarlas. Mientras los KPI controlan el presente, los OKR impulsan el futuro.

Un ejemplo sencillo: si quisiéramos llegar a la cima del Everest, los KPI medirían el ritmo cardíaco, la velocidad de ascenso o la temperatura corporal. Pero los OKR se enfocarían en lograr que todo el equipo llegue a la cima, sin lesiones y en un tiempo desafiante. Uno monitorea el camino. El otro nos recuerda el propósito y si realmente estamos avanzando hacia él.

Importante: los OKR no reemplazan a los KPI, los complementan. Los OKR nos retan, alinean e impulsan el cambio, mientras que los KPI nos permiten hacer seguimiento a la salud del negocio y los procesos clave. No se trata de elegir uno u otro, sino de saber cuándo activar cada herramienta y con qué propósito. En conjunto, nos permiten avanzar con dirección y coherencia.

¿Y cómo se ve esto en minería?

Imaginemos que una empresa minera decide trabajar con OKR. Sus objetivos podrían partir de preguntas como:

  • ¿Cómo nos convertimos en referentes por nuestra forma de operar?
  • ¿Qué significa realmente ser sostenibles más allá del cumplimiento normativo?
  • ¿Estamos conectando de verdad con las comunidades que nos rodean?
  • ¿Qué pasaría si la seguridad no fuera solo un protocolo, sino parte de nuestra cultura viva?

Desde ahí, podrían emerger objetivos inspiracionales como:

  • Transformar nuestra operación para ser ejemplo de eficiencia en la región.
  • Consolidarnos como una minería que protege y regenera su entorno.
  • Ser percibidos como un aliado genuino por las comunidades con las que convivimos.
  • Construir una cultura donde cuidarnos sea parte de nuestro día a día, no solo una regla.

Y para cada uno, resultados clave concretos, medibles y retadores que nos ayuden a saber si vamos por buen camino. Por ejemplo: reducir paradas no planificadas, disminuir el consumo de agua, aumentar la participación comunitaria o mejorar los indicadores de clima laboral. Todo depende de hacia dónde queremos ir y qué impacto queremos lograr.

Pero, ojo: no es magia. Adoptar OKR no es cuestión de copiar formatos y esperar que todo funcione mejor. Requiere cambiar conversaciones, abandonar viejas costumbres (como ligar todo al bono) y apostar por una cultura que valore el aprendizaje, la transparencia y la alineación real.

Durante los talleres que hemos compartido, uno de los grandes aprendizajes ha sido identificar los errores comunes al implementar OKR: confundirlos con tareas, crear tantos que se vuelven imposibles de seguir, usarlos como simples checklists y desligarlos de una visión estratégica clara. El secreto está en acompañar bien el proceso y entender que no se trata solo de metodologías, sino de cambiar la manera en que trabajamos juntos.

En el Hub no solo hablamos de innovación, la aterrizamos. Y si algo nos han enseñado los OKR, es que tener foco, propósito y dirección compartida hace toda la diferencia.

¿Te animas a intentarlo con tu equipo?


Valeria Ventura Mantilla
Gerente de comunicaciones y administración del Hub de Innovación Minera del Perú
[email protected]

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